Siglo XI.
Don Fernando, rey de León, reúne en Zamora a su ejército para una nueva campaña contra los musulmanes. En la batalla muere Nuño Laínez, un caballero cercano al rey y padre del pequeño Laín. Poco tiempo después muere también su madre. Desde ese momento, al niño, hasta entonces criado entre algodones y rodeado de infantes e hijos de nobles y caballeros, le toca malvivir entre labrantines pobres y malhechores. Su vida se convierte en una lucha por la supervivencia. Entre los bandidos alcanza un cierto renombre y llega a convertirse en el jefe de una caravana. Gracias a sus viajes conoce muchas ciudades de los diferentes reinos de Hispania, tanto cristianos como musulmanes. También conoce a sus grandes hombres. En Toledo se enamora, eso sí, de un amor imposible, pero imborrable. Este revés lo conduce a la bebida, de la que saldrá gracias al ajedrez. Una vez restablecido, un antiguo amigo que ocupa un cargo importante en la taifa de Toledo, le ofrece un puesto en su ministerio.
Es un momento de agitación política y guerras entre los numerosos reinos de la Península. Con su nueva dedicación, Laín se encuentra con don Alfonso, el nuevo rey de León, que está a punto de perder su reino. Es sucede después de la traición de su hermano Sancho de Castilla. El destronado Alfonso, ahora exiliado en Toledo, todavía guarda una esperanza, León resiste en Zamora al mando de su hermana la infanta doña Urraca. Con la ciudad cercada durante meses por la huestes de Sancho, Laín tendrá un papel importante en su liberación y en la restauración del reino y de su legítimo rey.
Al seguir las peripecias de este inolvidable personaje, nos adentraremos en esta apasionante época de nuestra historia en la que, con sus más y sus menos, convivieron tres culturas.
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