03-05-2013
ATREVIDOS
El pasado miércoles estuve platicando sobre la
situación actual con una pareja de jóvenes, muy involucrados con la marcha del
sistema. Sus propuestas, para poner fin a la desigualdad que nos toca vivir, como
ellos dijeron, eran, cuanto menos, novedosas. Dos cosas caracterizaban a mis
interlocutores, además del interés por participar en el devenir de los asuntos
públicos: una, la claridad, que yo deduje, era fruto de su cándida bisoñez, y, la
otra, que no tenían pelos en la lengua.
La chica, sin preámbulos, aseguró:
–No aceptamos al gobierno, es ilegitimo. Mintieron
como bellacos. Engañaron con sus propuestas electorales, con todas, menos con
la más retrógrada, la del aborto, auspiciada por los obispos, el rancio clero y
la casta más casposa.
–Pero los votó la mayoría –dije yo, aclarando lo que,
sin duda, deberían saber, y aceptar.
–Una mayoría engañada. Eso no puede ser legal
–aseveró él.
–El pueblo debe tomar cartas en el asunto, y si
fuera necesario, asumir el control, no podemos seguir aguantando los despropósitos
y traiciones de las clases dominantes.
–¿Qué dices? –proteste, espantado–. Sois muy
atrevidos, estáis hablando de revolución, y estos son tiempos donde esa palabra
se ha convertido en tabú. Solo ellos pueden hablar de revolución.
–Está claro que os han lavado el cerebro –aclaró ella,
concluyente.
Recapacite y, de alguna forma, comprendí que podía
tener razón.
–¡Despertad, despertad de una vez!, que es posible
que, como no lo hagáis pronto, al final sea imposible.
–Y… ¿cómo lo vais a hacer? –pregunté, incrédulo.
–Con vosotros, por supuesto, con vosotros, que nos
van a quitar hasta lo que no tenemos.
J.V.G.
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