21-11-2014
HISTORIAS DE LA PUTA MILI
Parecía
que el ejército, de entre todas las instituciones más acérrimas del antiguo
régimen, era de las pocas que había abandonado, con una transparencia de
elogio, aquella querencia a la tiranía. Agradecíamos que se hubiera democratizado
y, sobre todo, que no tocara, como antaño, lo que a nadie le gusta que le
toquen. Pero, últimamente, nos estamos enterando de algunos meollos que ponen la
cuestión en entredicho.
Hace
unos meses, pareciendo, tan solo, un cachondeo, conocimos que el barco señero
de la Armada Española, el Buque Escuela Juan Sebastián Elcano, transportó a
España, desde Colombia, 127 kilogramos de cocaína. Al poco, supimos del
teniente Luis Gonzalo Segura, que,
en su novela, “Un paso al frente”, desvelaba alarmantes irregularidades dentro
del ejército. Prevaricación, despotismo y corrupción en estado puro (y a lo
loco). Por ello, ha sido encarcelado en un centro disciplinario militar. A
principios de esta misma semana, botes de la Armada embistieron a una zódiac de
Greenpeace, hiriendo con su hélice a una activista que protestaba por las
prospecciones petrolíferas en Canarias. Lo que hay que ver, la Armada
trabajando para una empresa de esas, llamadas, “de las energéticas”. ¿Por qué
será? ¿Nadie quiere tener en cuenta que los habitantes de dos islas del
archipiélago se abastecen desalando el agua del mar? El jefe del Estado Mayor
del Ejército de Tierra, el general Jaime
Domínguez Buj, ha protagonizado lo último. Este señor, empecinado en seguir
tocando eso que no queremos que nos toquen, afirmó, por resumirlo bien y
pronto, que el ejército está preparado para amparar la constitución, también en
Cataluña (o, en Valencia, según su ejemplo). Cuando muchos opinábamos que, ese,
el de Cataluña, era un asunto político, no jurídico, rebuzna el general.
J.V.G.
La Armada atacando a una zódiac de Greenpeace |
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