25-10-2013
ESE ESTILO NUESTRO
¡Ay,
pueblo de España! ¿Adónde hemos llegado? ¿Qué importancia tenemos? ¿Qué
pintamos?
Si
tratamos el tema de la economía, es Alemania quien marca las pautas. Si
hablamos de Justicia, Estrasburgo es quien pone los puntos sobre las íes. Si de
cine, Hollywood; si de música, Eurovisión; si de trabajo, el extranjero; de
moral, el Vaticano; de esperanza, el paraíso; de juego, la Vegas; de educación,
el siglo XIX (o más atrás).
Es
la politización extraviada y extravagante en los asuntos estratégicos la que
nos ha conducido a este chasco. Es la Justicia un hazmerreir, en la que, si los
implicados gustan (a los mandantes), se ejerce el indulto; si no gustan, se
amplían las penas; si son politicastros, banqueros, franquistas o infantas, se
cambia de juez; si son humildes o pobres se aplica fervientemente la ley (con
un par). Y es que España tiene estilo propio. Aquí hay abrigo para eso y para
más.
¿Que
si no existe lo contrario? Pues claro que existe, pero se acalla a nuestra
manera, es decir, no se le hace ni puto caso. Bastante tienen con escuchar a la
mayoría silenciosa. Y los políticos hablando en plural, por todos, como si
fueran españoles normales y no parte de esa peligrosa casta; y sus medios afines
lanzando consignas soeces pero populistas arraigando en los irreflexivos.
Después, con una peineta, sancionan el espíritu crítico (el único espíritu que
les salió traidor). Si eso no llega y con la venia del Supremo y del
Constitucional, instauran una ley represiva con carácter retroactivo y asunto
concluido; aunque reparar el desaguisado después nos salga por un pico.
Como
una sierpe que se muerde la cola, otra vez aparece en nuestro rescate
Estrasburgo, el Vaticano, Alemania o el siglo XIX. Eso sí, siempre nos quedará
el fútbol, ¡toma ya!
J.V.G.
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