05-09-2014
RAíCES VIGOROSAS
Tenemos
a los políticos, ya sabios, de por sí, metidos, ahora, a botánicos. Hace tiempo
se nos lanzó una comparanza herbolaria (según la RAE, además de otras
acepciones, ‘botarate, alocada, sin seso’), que, más parecía la de un fumeta
que la de un gobernante, me refiero a la de: “los brotes verdes”. Si nos
percatamos del momento en que fue expelida la metáfora, con una crisis (estafa)
galopante que, lo único que hacía era ir a más, lo de fumeta adquiere mayor
transcendencia.
Después,
viene nuestro presidente, el señor Rajoy,
está misma semana, justo cuando, a marchas forzadas, la emergencia y la hartura
están rozando límites insostenibles, y nos dice, orgulloso, con un donaire fantasioso
propio de la ficción, que los antiguos brotes verdes se han convertido en
“raíces vigorosas”. Es lo que nos faltaba por oír. Menos mal que, nos consta,
su interés por el humo no trasciende del de los Habanos, aunque, escuchándolo,
es para ponerlo en duda. Parece que los brotes verdes le estuvieran provocando
algún efecto alucinógeno. Ese mismo día, nuestro querido presidente argumentó,
allí, en su tierra y rodeado de fieles seguidores que, España, su querida
España, era un gran país, el que eligen los Erasmus europeos para sus estudios,
el de los grandes deportistas (me imagino que excluiría a su senadora Marta Domínguez, expedientada por
dopaje), además de tener un idioma (tendría que haber dicho: uno de ellos) que
es el segundo más hablado en el planeta. Lo decía como si fuera mérito suyo, el
resultado de su graciosa gobernanza.
Conclusión:
No me extraña que, con tantos brotes verdes, nuestro presidente vea raíces
vigorosas, está observando una España patas arriba.
J.V.G.
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