17.10-2014
MODUS OPERANDI
Claro
que existe la casta, igual que las tarjetas negras de Caja Madrid. De no
existir la casta, tampoco sería posible el florecimiento de las propias
tarjetas. Y, lo más bochornoso, no se libra ni dios, están todos, partidos
políticos con representación, sindicatos, patronal, la mafia bancaria y la casa
real. Vaya, que esto parece “la fiesta de la casta”, aunque, según ellos, la
casta, no existe. Uno no sabe si, indignarse o reírse, al conocer en qué se
gastaron, esos desvergonzados, los 15,5 millones de euros: prostitución, alcohol,
safaris, joyas, saraos, etc. Ellos, los gurús de la austeridad y de los
recortes.
Lo
de las tarjetas opacas no es algo anecdótico, como no lo son las puertas
giratorias, la amnistía fiscal o los desproporcionados rescates a la banca (y a
las autopistas). Tampoco lo es el abandono de la educación pública, el
desmantelamiento de la sanidad de todos en beneficio de la privada o la reforma
laboral. Se tratan de los diferentes tentáculos de ese monstruo que nos está
engullendo con sus fauces de avaricia y descontrol. Es, en definitiva, un modus
operandi regulado, usual y repetido por esa casta que está saqueando el
patrimonio público y haciendo añicos las ilusiones de los ciudadanos. Pero,
¿qué podemos esperar en un país donde se premia la picaresca?
No
son pocos los caraduras, metidos hasta las cejas en asuntos de corrupción, de
prevaricación, de malversación o de despilfarro, que, a la postre, han sido ascendidos.
Es la recompensa por esos oscuros (y, para ellos, fructíferos) tejemanejes. Sí,
aquí, en esta España del Lazarillo de Tormes, se premia el choriceo, eso sí, si
es de altos vuelos y guante blanco (con su ley, aunque amañada, por delante, desde
luego).
J.V.G.
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