4-1-2013
¡ERES UN PAYASO!
Asentada sobre unos pilares de
urgencia, nuestra democracia se tambalea al recibir el soplo airado de las
nuevas circunstancias. Hoy en día nos vienen las que, sin duda, deberían haber
sido viejas preguntas, pero que no quisimos, o no nos atrevimos, a cuestionar. Sin
ser responsables de nada, ni tú ni yo, querido lector, nos vemos amenazados por
anticuadas concesiones, que en aquel momento de premura, llamado Transición, quedaron instaladas en la Magna
Escritura del Poder, cobertura de trampas, privilegio de pocos y engaño de
masas.
Nos hablaron de “consenso”,
“igualdad”, “perdón”…, eufemismos muy bonitos que acatamos como verdades fundamentales.
Pero por las artimañas del lenguaje y su uso destinado a la engañifa, esos
términos encerraron el designio de nuestro porvenir; de los entonces nacidos y
de los aún por nacer.
Así es el genio del lenguaje, capaz
de convertir el maravilloso vocablo “payaso”
y lo que representa, en la expresión peyorativa “eres un payaso”. Así se transformaron las palabras antes citadas,
convirtiéndose en el lastre que ahora nos toca padecer. El consenso sólo
incumbe a las ideas reaccionarias; la igualdad es únicamente para los ricos; y
el perdón se le concede solamente a los déspotas, desfalcadores, corruptos y
chorizos en general. Y cuando se trata de socializar algo, se sociabiliza la
miseria, las deudas de los mismos ricos que ofrecieron igualdad, y las ideas
reaccionarias de los discípulos de aquellos que exigieron consenso. Mientras
tanto, a los humildes nos hacen culpables, y se nos niega el perdón por unas
faltas que nunca cometimos.
Y desde arriba, nos siguen diciendo,
a cada uno de nosotros: “eres un payaso”.
J.V.G.
J.V.G.
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