18-1-2013
LA MALA EDUCACIÓN
Diferenciemos, si es posible
diferenciar, educación de cultura.
Es, en la educación, donde el ser
humano cimienta, entre otras cosas, sus valores, su temple, su tesón, la
dignidad, la ética y el respeto. La cultura es la enseñanza que administra las
pautas para comprender la vida y el mundo en el que vivimos; es la explicación,
como una gran metáfora, de la realidad. Por eso cada pueblo tiene su
cosmología, su propia metáfora interpretativa.
Mientras que la cultura,
principalmente, se imparte en clase, y habría de actualizarse con los tiempos,
siendo clara y elegante, la educación forma parte del carácter de cada uno, y
se adquiere a cada paso, forjada desde el propio hogar, el colegio o la calle. Por
eso, la educación puede ser buena o mala, pero la cultura, como cuna del
conocimiento, nunca debería ser sesgada ni partidista. No puede estar subyugada
por ningún dogma, como tampoco por ninguna ideología ni por la pasión a un
equipo futbolístico.
Nos han intentado tapar esas
diferencias, querido lector, hasta existe un ministerio, llamado de educación y
cultura, además de deportes. ¡Ver para creer! No hay más que echar una ojeada a
una sesión parlamentaria en el congreso de los diputados, para observar lo que
es la mala educación. Allí se sientan, no obstante, los gestores de la cultura.
La educación, obviamente, tampoco los necesita.
Desde esta perspectiva, es fácil ver
el rumbo que toma la cultura en nuestro país. Se privatiza a favor de la Iglesia,
aunque nos sale por un pico, y se olvida su carácter público, verdadero
generador de bienes futuros. Como sigamos así, van a enseñar a nuestros hijos
que la única ciencia es la alquimia, que la Gran Verdad existe y la encontramos
en la biblia, que todos venimos de Adán y Eva, y que la relatividad y la
evolución no tienen fundamento, que fueron inventos de unos señores feos y
malvados.
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